El peronista sólo sabe vivir en el poder, o en la comodidad de su sombra. En el llano, en oposición, le aparece un síndrome único que combina manifestaciones de cobardía, abstinencia y unas ganas enormes de traicionar a quien haya sido su líder anterior con tal de congraciarse con quien ahora tiene el poder del dinero.

Hay que ver todos esos gobernadores, senadores, diputados, intendentes, concejales, periodistas, punteros, futbolistas, actores, vedettes y demás achichincles renegando de Cristina Kirchner. Se acabó la plata, se acabó la obediencia. Pragmatismo peronista puro.

Veamos: Duhalde traicionó a Menem (de quien fue vice presidente) para quedarse con el control del peronismo cuando el pueblo argentino descubrió que Menem era un gran ladrón y dejó de votarlo. Luego los Kirchner traicionaron a Duhalde, quien los depositó en la presidencia argentina a pesar de que nadie los conocía en 2003.

Ahora, todos traicionan a Cristina para poder recibir fondos (los que gobiernan provincias o municipios), y para no incinerarse con todas las revelaciones de negligencia corrupción y desidia que van surgiendo a medida que pasa el tiempo y la sociedad accede a información que se ocultó durante 13 años.

Eso lo dicen peronistas que fueron cómplices mayores del Kirchnerismo y hoy se quieren reciclar. Todos los gobernadores y ex-gobernadores peronistas. Los que dividieron el bloque de diputados como Diego Bossio (que vació el Anses -fondo de pensiones- junto a Cristina), Abal Medina, responsable de fraudes populistas como el Fútbol para Todos entre otras cosas.

diego bossio traidor

Reniegan de Cristina ex-ministros como Juan Manzur, que como ministro de Salud se hizo repentinamente millonario y se robó hasta los fondos para los bebés de bajos recursos. Todos. Es el ADN peronista.

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