La mayor parte del dinero en efectivo que provino de la fuente construcción/Lázaro Baez siguió un mismo camino. Cómo vimos en el artículo interior, el procedimiento comenzaba con adjudicar una obra pública a una constructora controlada, que cotizaba un sobreprecio pero que no tenía competencia (quién se iba a animar a competir contra la constructora presidencial en esa época?).
Un vez que la obra estaba concesionada, el Estado (provincial o nacional) sacaban pagos a la constructora, que normalmente se hacen contra un certificado de obra que comprueba el efectivo avance del proyecto. Era tal la ambición y el apuro de los K por hacerse del dinero, que en muchos casos el Estado tenía que sacar anticipos de obra, es decir dinero pagado contra ningún avance de obra. Ahora sabemos que muchas de las obras no se hicieron o quedaron inconclusas, porque se llevaron el dinero por anticipado.
Ahora bien, una vez que la constructora recibía el pago del Estado, por otro lado recibía una factura a pagar a un proveedor (de materiales, servicios, etc) pero que era falsa. Básicamente esa factura de proveedor servía para sacar parte del dinero recibido del Estado para pagar las coimas a los K. En el caso de Austral Construcciones, Gotti Hermanos y otras constructoras K se comprobó al menos unos 400 millones de pesos de facturas falsas. Este movimiento, descubierto por la oficina fiscal de Comodoro Rivadavia, hizo que Kirchner removiera a todos los funcionaros de carrera que denunciaron las maniobras. Una confesión evidente.
Esta maniobra hacía que los pagos de las constructoras a estos proveedores fantasma terminen en grandes fajos de efectivo, algunos de los cuales fueron contados ante las cámaras de la financiera La Rosadita.
Como está confesando Leonardo Fariña en este momento, esos fajos luego eran repartidos entre los socios, y llevados a sus escondites en el Sur, Uruguay y otros paraísos fiscales en aviones con protección estatal.